Hoy es el Día de la Mujer. Hoy es el día en que los hombres solemos reivindicar con mayor ahínco la creación de un Día del Hombre (que, por cierto, ya #existe y ni caso que le hacemos) pero no porque nos interese lo más mínimo celebrar o luchar por algo nuestro, no: simplemente por boikotear las aspiraciones y protestas legítimas de las mujeres. Bien, pues llámenme raro, pero YO NO:
No quiero un día del hombre.
No quiero un día del orgullo heterosexual.
No quiero un día del «white power».
No quiero un día del ciudadano occidental.
No quiero un día del creyente católico.
No quiero un día de la persona de clase alta (o del no-trabajo-porque-no-lo-necesito).
No quiero un día de la persona con plenas capacidades.
No quiero un día de la persona sin «cáncer de nada» ni enfermedad alguna.
etc…
[Porque no es necesario. Porque ninguno de esos colectivos se encuentra invisibilizado ni infrarepresentado socialmente en la actualidad. Porque de hecho, todos ellos personificamos la cultura hegemónica que jamás ha sido criminalizada, perseguida, castigada, reprimida, violada y violentada, insultada o ignorada. Y no solo eso, sino que además formamos parte (nos guste o no) del grupo que ha oprimido y discriminado a mujeres, homosexuales, minorías étnicas, migrantes, creyentes de otros credos, pobres, personas con diversidad funcional (antiguamente llamados discapacitados), enfermos, etc durante siglos.]
…y justo hoy, lo quiero menos que nunca… y tampoco hace falta que nos pongamos dramáticos, porque: sinceramente, tampoco quiero un día de la mujer, ya que eso significaría que siguen estando oprimidas en nuestra sociedad y yo deseo que sean libres y estén empoderadas.
Hoy es el Día de la Mujeres. De todas ellas. Hoy es el día en que los hombres deberíamos callarnos con mayor ahínco y aprender a hacernos a un lado para que ELLAS puedan dar un paso al frente y su voz sea por fin escuchada.
CONTENIDO EXTRA: [Escuchar el Manifiesto de Barbijaputa de 2016]