cómo ligar con respeto

¿ Cómo ligar con respeto ?

He escrito bastante acerca del acoso que sufren las mujeres en contextos festivos por parte de hombres desconocidos, y sobre la presión sexual que sufren las mujeres (tanto en el caso anterior como por parte de sus parejas). Pero ha llegado la hora de aceptar una crítica recurrente, y es que siempre que trato estos temas lo hago en negativo; es decir, desde la enmienda a una realidad social que normaliza el acoso y la violencia sexual, y nunca desde el enfoque constructivo de plantear alternativas. Por ello, igual que ya hicieran mi estimada Barbijaputa en (Cómo ligar. Guía feminista para hombres hetero) y el compañero Antiseductor en (Cómo ligar con mujeres), hoy voy a centrarme en mi visión sobre cómo ligar con respeto. Porque de ser un acosador machista también se sale.

¿ Cómo ligar con respeto ? (Starter pack para hombres hetero)

0. EL ACERCAMIENTO (Fase previa)

Estás en una fiesta y has visto una chica que te ha llamado la atención y te atrae. Pero no la conoces de nada y, en principio, no existe ningún enlace entre vosotros. La norma general debería ser: déjala en paz. Abordar a una perfecta desconocida sin ningún tipo de contexto habilitador puede ser tan molesto (o incluso violento) para ella como a ti que te aborde un comercial a puerta fría en el momento más inoportuno. Si de verdad sientes la imperiosa necesidad de hacer algo, al menos busca que haya un mínimo feedback antes. En estos casos el ligue empieza por el contacto visual y la interpretación del lenguaje no verbal. Si miras mucho a alguien, raro será que las miradas no acaben coincidiendo. Y si dos miradas se encuentran siempre va a haber una reacción (consciente y voluntaria o no). #Spoiler: llámame loco, pero si pone cara de asco igual lo suyo es desistir y no volver a mirarla para que no se sienta incómoda. Si por el contrario la reacción es de curiosidad, entonces se abre un ‘hilo’ de comunicación. Algo así como lo que pasa en las películas, cuando él deja de mirar y al rato se sorprende siendo el observado y así sucesivamente. Pero quieto parao, a diferencia que sucede en las comedias románticas; la mera curiosidad no es motivo suficiente para iniciar un contacto directo. Muchas veces ese hilo de comunicación simplemente se disipa y desaparece y sólo unas pocas veces, se tensa hasta desembocar en una muestra de interés evidente.

Pongamos que ella sonríe mientras pone lo que tú interpretas como «ojitos traviesos«. Ahora realizar un acercamiento estaría justificado pero… piensa esto sólo por un momento: ¿no sería maravilloso no hacerlo y que (si realmente está interesada) pueda tener la oportunidad de ser ella quien te aborde a ti? La sociedad patriarcal, por el mero hecho de ser hombres, nos ha preasignado el rol de ser nosotros quienes llevemos la iniciativa y nos ha hecho cargar con la responsabilidad de decidir los cuándo y los cómos mientras a ellas, por el mero hecho de ser mujeres, les ha adjudicado un rol pasivo y basado en la resistencia a nuestros intentos. ¿No sería precioso salirnos de ese guión tan pobre y brindar a la otra parte la posibilidad de desafiar tales convenciones, aún a riesgo de que la interacción nunca llegue a tener lugar? Ahí lo dejo.

1. EL ACERCAMIENTO (Fase inicial).

Te has acercado y has entablado una conversación. Si hay feeling y la cosa fluye, adelante, todo fantástico. Pero si observas el menor atisbo de incomodidad, desinterés o directamente recibes cualquier señal de rechazo corporal o verbal lo único que te queda por hacer es A) disculparte y B) retirarte. Piénsalo, igual le pareces un pelmazo y no te está diciendo nada por educación. Y esto no va de meter fichas hasta que salte el premio. No debes insistir porque deberías tener en cuenta a la otra persona, pero también porque lo más seguro es que estés gastando tiempo y saliva en algo que va a ser que no. Y de todos modos: imaginemos por un momento que realmente esa estrategia tan triste de la insistencia ad nauseam funcionase y logres convertir un «no» en un «venga vale, pero cállate ya de una puta vez» al decimosexto intento. ¿Realmente es eso lo que quieres? ¿Lo máximo a lo que aspiras en el terreno de tus relaciones personales es que una tía se deje hacer lo que sea de puro desgaste y aburrimiento en vez de porque te desea y quiere hacerlo? Si es así deberías hacértelo mirar, porque corres el riesgo de acabar pensando como uno de esos tarados que se hacen llamar «incels«. Advertido quedas.

2. SÉ HONESTO.

Cuando recién conocemos a alguien, es normal «modular» nuestra propia historia y forma de ser para ofrecer nuestra mejor cara. Todos lo hacemos. También existen cosas de nosotros mismos que los demás no tienen porque conocer en un primer contacto; pero otra cosa muy distinta es mentir y/o contar milongas: no finjas ser como crees que la otra persona quiere que seas para tener más «posibilidades» con ella. En el mejor de los casos es preferible que te descarten por mostrarte como realmente eres que por interpretar a un personaje ficticio. En el peor, estarás consiguiendo egoístamente lo que buscas de la otra persona a base de engañarla y estafarla, y eso no sólo es moralmente cuestionable sino que se acabará volviendo en tu contra antes o después y de un modo u otro. Y sino al tiempo.

Por otra parte, la mejor manera de que la otra persona sea honesta contigo es no hacerle preguntas que es previsible no deseé contestar. Ahora bien —que nos conocemos— esto NO incluye las cuestiones que puedan condicionar el deseo de la otra persona a tener un affair. Si durante el transcurso de la conversación te preguntan si tienes novia, no sería una indiscreción impertinente, ya que la otra persona tiene derecho a no ser partícipe de una infidelidad. Y lo mismo sucede con todo aquello que tenga que ver con la seguridad e integridad ante una hipotética relación sexual.

3. SÉ ORIGINAL.

Al halagar corres el riesgo de resultar demasiado cursi o demasiado zafio según la sensibilidad de la otra persona. Además, está demasiado manido abordar a una mujer con halagos. Si buscas captar su atención igual lo suyo sería alejarse del cliché que han empleado los otros mil tíos que la han abordado anteriormente en su vida. Además, no sabes cómo es la persona que tienes enfrente; si tiene mala autoestima la puedes rayar porque crea que te estás burlando de ella. Si por el contrario tiene buena autoestima, ya sabe de sobra que es muy guapa y cuáles son sus virtudes; no necesita que vengas tú a regalarle los oídos. Por no hablar de que el halago que proviene de un desconocido causa de forma instintiva una cierto recelo, ya que suena gratuito, hueco y vacío de contenido, y puede ser fácilmente interpretado como una especie de «dorar la píldora» diciendo cosas que no se piensan en realidad con la única intención de obtener algo de forma interesada. En última instancia, si no te han pedido tu opinión sobre ese respecto, puede resultar ofensivo. Por no hablar de que los halagos a una persona que acabas de conocer suelen centrarse en rasgos superficiales y evidentes. Las personas somos mucho más que un cuerpo o unos rasgos normativos y quizás muchas mujeres anhelan precisamente ser tratadas como personas —en toda la amplitud de la palabra— y no sólo como un «algo» bonito con patas. En resumen, cuando recurres al halago tienes mucho que perder y prácticamente nada que ganar.

4. ¿OTRA RONDA?

¿Hola? ¿Siglo XXI, estás ahí? Las mujeres ya tienen su propio dinero (porque lucharon mucho para poder tenerlo, antes de eso no se lo permitíamos). Eso significa que ya pueden pagarse sus propios vicios, no necesitan que las invites a copas. Tú lo puedes llamar cortesía si quieres, pero la verdad es que es una costumbre obsoleta e incluso peligrosa. Me explico: no hay nada de malo en invitar a alguien a tomar algo, el problema aparece cuando dicho gesto no es del todo desinteresado, sino que esconde la voluntad de obtener algo a cambio o incluso peor aún: la voluntad de drogar a esa persona para que sea más proclive a tener sexo contigo. Lo primero es patético y repugnante, lo segundo se adentra peligrosamente en el concepto de violación.

Pero es que además, si te pasas toda la noche invitando a copas a una tía con la que al final no sucede nada, será relativamente fácil que te veas abocado (aunque sea involuntariamente) a la disposición mental de enfado y/o frustración por sentir que has estado haciendo el ridículo o incluso que se han aprovechado de ti. Y seguro que estando sobrio eres perfectamente capaz de racionalizar estos sentimientos y comprender que ninguna mujer te debe nada —incluso cuando te has gastado 80 pavos en invitarla porque te ha dado la gana—, pero sabes que cuando uno ha tomado unas cuantas copas de más, no razona todo lo bien que debería, y corre el riesgo de reaccionar de forma violenta y acabar convirtiéndose en un peligro para otras personas y para si mismo.

5. LA MAGIA DE DESCUBRIR.

Ligar no consiste en tener muy claro lo que te gustaría tener con la otra persona y buscar la forma de conseguir que esa expectativa previa se haga realidad. Lamento ser yo quien tenga que explicarte esto, pero el flirteo consiste prácticamente en lo opuesto: Es el mágico proceso por el que dos personas se «conocen» (o quizás se «reconocen» con otros ojos) y se están divirtiendo/sintiendo a gusto, no tienen ni la más remota idea de en qué puede acabar aquello (aunque la potencialidad flota en el ambiente) o qué desean que suceda; pero lo van descubriendo juntos a medida que la interacción evoluciona. Podríamos decir que es una especie de «juego» (lúdico, nunca competitivo) volátil que consiste en tantearse mutuamente (acercándose y alejándose, como si de un baile se tratase) que, cuando gusta (obvio), puede resultar extremadamente burbujeante por la multitud de emociones contradictorias que despierta y giros de guión que se producen.

Cuando esto no sucede así, lo que se está buscando realmente no es ligar, sino otra cosa (sexo con lo primero que se ponga a tiro o una relación afectiva con lo primero que pase por delante, generalmente). Y en esos casos la persona que se tenga enfrente importa más bien poco. Ojo, no estoy juzgando. No tiene nada de malo (a priori, al menos) desear estar en una relación a cualquier precio o tener sexo sin compromiso y sin andarse con rodeos; pero para ir ‘a saco’ hay contextos mucho más específicos (como las apps tipo Tinder, Badoo o las páginas de citas) donde todos los participantes definen previamente y de forma pública, qué es lo que buscan y lo que ofrecen. En otras palabras, es un juego totalmente diferente (y con unas normas radicalmente distintas) al que tiene lugar en espacios genéricos y abiertos donde no es apropiado ir en plan ‘destroyer’ y puedes molestar a otras personas.

6. DES… PA… CITO.

Supongamos que todo va bien y la chispa prende. Aprende a disfrutar de todo el proceso del flirteo en si mismo: desde la deliberada ambigüedad de esa puerta entreabierta que dice «y lo que surja» hasta esa (a ratos molesta) sensación de incertidumbre. La fantasía puede ser tanto o más placentera que la mejor de las historias porque (hasta que se concreta en unos hechos tangibles) posee el potencial de ser todas y cada una de ellas. En ocasiones, liarse tórridamente con alguien y acabar masturbándose mutuamente en un portal puede ser tanto o más placentero y enriquecedor que echar un polvo mediocre. Si tu idea del sexo se reduce a penetrar es que no has entendido nada: porque ni debería ser entendido como una meta del sexo; ni el sexo trata de alcanzar meta alguna sino, como en muchos otros ámbitos de la vida, trata de recorrer un camino.

7. APRENDE A SER UN BUEN PERDEDOR.

Supongamos que la cosa no va tan bien. Pues se aborta la interacción y cero dramas. No importa lo que hubiera sucedido antes: ya es pasado. Incluso si llegásteis a estar sin ropa. No importa si te quedas con un calentón. Te aseguro que nadie se murió de eso nunca. Simplemente pregunta con consideración (sin que suene a reproche y teniendo claro que no te deben ninguna explicación) qué es lo que ha pasado. Igual no tuvo nada que ver contigo y simplemente debes encajarlo como mala suerte. O quizás arruinaste el clima diciendo o haciendo algo que hizo que se rayase, enfríase o alejase y puedes aprender para no hacerlo la próxima vez. Si es que hay una próxima vez. Y si no la hay, ya habrá otras personas con las que podrás aplicar el conocimiento que hayas ido adquiriendo a través de la suma de tus experiencias, tanto positivas como negativas. En otras palabras, entiende que no siempre funciona y aprende a encajar los rechazos con elegancia, humildad y deportividad.

8. APRENDE A OBSERVAR E INTERPRETAR.

Imaginemos que hay consenso y acaba habiendo sexo. Recuerda que la persona que tienes enfrente tiene sus propios deseos, miedos, necesidades, etc. Nunca des nada por supuesto. Tantea antes de realizar cualquier avance y observa el lenguaje corporal y no verbal y, ante la duda, pregunta. Preguntar no tiene porque ser cortarrollos, de hecho muy por el contrario, puede ser una parte especialmente excitante del juego si se sabe hacerlo correctamente.

Si la otra persona no está exteriorizando placer y deseo de forma explícita y evidente, bien sea con palabras, gestos, gemidos o simplemente porque no puede porque se está quedando inconsciente, simplemente PARA en el acto. Algo no va bien y estás apunto de cometer una violación.

De hecho, no debería ser necesario explicar todo esto porque lo normal es que, en el mismo momento en que te haces consciente que alguien se está «dejando hacer» de forma pasiva e inexpresiva, el mero hecho de imaginarte continuar te generase repulsión. Y esto incluye los casos en que es ella quien te anima a continuar, porque si no ves que esté disfrutando, siempre cabe el riesgo de que lo esté haciendo porque piensa que debe hacerlo y no porque sea algo que quiera hacer realmente.

9. CONCLUSIÓN.

Si te da igual saber cómo ligar con respeto porque no respetas a las mujeres, te crees superior a ellas, piensas que su función en la vida es la de satisfacer a los hombres y no te importa una mierda su bienestar ni cómo puedan sentirse mientras tú alcances mojar el churro, entonces mi guía se vuelve mucho más sencilla y concreta y se reduce al siguiente único consejo: no vuelvas a acercarte a una mujer en toda tu vida.

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