La medicina y la mujer

La medicina y la mujer

Es posible que ya sepas que los síntomas del infarto de miocardio son diferentes en mujeres y en hombres, aunque no tengas muy claro cuáles son. Y te sonará también que a nosotras nos diagnostican más de enfermedades mentales que a ellos. Estos son sólo dos ejemplos de las muchas desigualdades que se producen entre pacientes mujeres y hombres en la medicina actual, lo cual no deja de ser una muestra más del machismo institucional instaurado en nuestra sociedad desde hace tanto tiempo que lo tenemos interiorizado como normal. Porque las depresiones en las mujeres, las recetas de ansiolíticos, los dolores menstruales, las bajas por ansiedad, las enfermedades no investigadas, etc. son “normales”.  O eso nos han hecho creer. No lo son. No lo son y nos han machacado tanto desde siempre, desde todas las consultas, que ni siquiera nos cuestionamos si lo que nos dicen quienes visten la bata blanca es cierto o no.

La triste realidad es que nuestra anatomía no se estudia con el mismo ahínco con el que se ha estudiado históricamente la anatomía del hombre. ¡Ni siquiera hemos conocido el clítoris al completo hasta el año 2005! (Le damos las gracias a la doctora Helen O’Connell por su dedicación, sin sus estudios seguiríamos sin conocer ese maravilloso órgano cuya función exclusiva es proporcionarnos placer). Y es algo que todavía no se ha incorporado a la educación sexual, a la cultura popular y que no se tiene en cuenta en las consultas médicas – como tantas otras cosas que nos afectan exclusivamente a nosotras.

Los sesgos por sexo

Existen innumerables testimonios de mujeres relatando sus historias en las consultas médicas, tanto públicas como privadas, en medicina general y en especialistas, que nos ponen los pelos de punta precisamente porque sabemos que no son invenciones: todas nos vemos reflejadas en ellos. Todas nosotras nos hemos sentido invisibles alguna vez (¡demasiadas!) cuando hemos acudido como pacientes – no escuchadas, no tenidas en cuenta, infantilizadas, alucinadas cuando vemos que nuestros síntomas son sistemáticamente minimizados y nuestras dolencias son tratadas como histeria, ansiedad, exageraciones varias, estrés, cansancio y “solucionadas” con analgésicos (menos y más suaves que los de ellos), antidepresivos, sedantes o indicándonos que vayamos a bailar y nos relajemos porque tomarnos las cosas “tan a pecho” es lo que nos enferma. Por descontado, a nosotras no se nos hacen pruebas diagnósticas con la misma celeridad que a ellos. Pasamos de consulta en consulta durante años, de una especialidad a otra (sin aparente lógica) mientras nos vamos desgastando, agotando y perdiendo la esperanza, hasta que, tras mucho tiempo, alguien se digna a escucharnos y se nos diagnostica correctamente.

¿Exagero? Ni un poquito. Hay mujeres enfermas de SOP (síndrome de ovario poliquístico) que ni siquiera saben que lo padecen; hay más casos de endometriosis en España que casos de diabetes y VIH juntos (10-15% de la población), 1 de cada 10 mujeres la sufren y casi el 50% de ellas tarda una media de 8 años en ser diagnosticada. El 62% de los estudios de cardiología no incluye a las mujeres y sólo un 38% de los estudios sobre mortalidad y morbilidad de enfermedades coronarias nos tienen en cuenta. Alrededor de 200 millones de mujeres en todo el mundo sufren endometriosis y, sin embargo, no hay Unidades de Endometriosis en todos los hospitales (en España, ni siquiera hay una unidad por cada comunidad autónoma).

La FDA (agencia que regula la alimentación y los medicamentos de USA) prohibió los ensayos clínicos en animales hembras y en mujeres en edad fértil desde 1977 a 1993 alegando que es muy caro y se necesitan más recursos para estudiarlo. Las mujeres necesitamos dosis diferentes a los hombres debido a nuestra anatomía, pero como somos “muy caras” para la ciencia, no se molestan en detallar nuestras dosis en los prospectos. No se estudian las enfermedades autoinmunes, las relacionadas con la glándula tiroides ni ninguna de las que tienen que ver con nuestro aparato reproductor. Esto no deja de ser paradójico, siendo la industria farmacéutica una de las más potentes a nivel mundial – ¿qué es lo que está pasando para que no nos tengan en consideración y decidan conscientemente prescindir de los (muy elevados) ingresos que podríamos proporcionarles?

Quizá el caso más evidente es el del infarto: nosotras sufrimos menos, pero morimos más por ellos porque nuestros síntomas son otros y no se tienen en cuenta. En nosotras lo que prima es el dolor abdominal, no el dolor en el brazo izquierdo o en el pecho, algo que muchas desconocemos y que en numerosas consultas tampoco está presente, lo cual puede llevar a un diagnóstico tardío e implicar la muerte. Es más, se considera que los síntomas de infarto de la mujer son “atípicos”.

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Qué hay detrás

En países como Nepal se nos encierra en chamizos mientras menstruamos, la violencia obstétrica es el pan nuestro de cada día, se nos enseña a normalizar el dolor (evitando así que seamos correctamente diagnosticadas), se nos hace creer que nuestro peso es la causa de todos nuestros males, cuando no lo es nuestra “necesidad de perfeccionismo” o nuestra “excesiva dedicación a los nuestros”; nos dicen que tengamos hijos para curar todos nuestros males y, en definitiva, que calladitas estamos más guapas.

Según la OMS hay dos veces más mujeres pacientes de ansiedad que hombres, el 85% de los psicofármacos se administra a mujeres y todo esto se debe a diversos factores: la precarización laboral que sufrimos, la doble jornada, la carga mental, la asunción de los cuidados de todos los miembros de la familia, y todos los problemas que soportamos a diario derivados del machismo y del patriarcado nos hacen ser más propensas a padecer determinados tipos de dolencias, además de convivir con una autoestima baja que nos impide alzar la voz y reclamar ser atendidas correctamente cuando lo necesitamos. Escuchar nuestras historias en una consulta médica supondría admitir nuestra realidad y esto es algo para lo que muchos profesionales no están todavía preparados, por lo que es mucho más sencillo y cómodo “despacharnos” rapidito con una receta y tildarnos de quejicas. Cómo somos las mujeres, todo el día dando la murga… O, ¿cómo es el sistema, todo el día negándose a admitir que necesita un cambio integral, perspectiva feminista y que, de una vez por todas, se estudie la medicina de la mujer?

Encuentra más información aquí:

El sexo, en pocas palabras (2020) dirigido por Ezra Klein, Melissa Bell, Matthew Yglesias. (Disponible en Netflix)

Web oficial de la Asociación de Afectadas de Endometriosis

Web con información sobre el VPH (virus del papiloma humano)

Asociación Mujeres para la Salud

Entrevista a la doctora Carme Valls, experta en endocrinología y autora del libro Mujeres invisibles para la medicina (Capitán Swing), recientemente ampliado y reeditado.

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