quieren los hombres ser padres

¿Quieren los hombres ser padres?

Continuando con la serie de entradas del blog en la que nos preguntamos los porqués de los hombres (como si de verdad hiciera falta hacerlo cuando sólo hay una respuesta única a todas las preguntas: nos odian) hoy me planteo si, de verdad, quieren ser padres. Mi duda, mi gran pregunta, la que me surge cada vez que piso un parque, los alrededores de un colegio o una reunión familiar cualquiera es si quieren asumir la paternidad con todo lo que ello conlleva.

Lo que la paternidad implica

En este texto voy a centrarme en la paternidad biológica. No por falta de ganas, sino porque abrir el melón de la adopción, la explotación reproductiva o cualquier otra forma alternativa de paternidad exigiría una serie entera de artículos. Porque, en cualquier caso, ¿quieren los hombres adoptar, entendiéndolo como el acto de generosidad que debería ser, asumir la carga que esos pequeños traen, la historia que arrastran, y colmarles de amor, cuidados, cariño y soporte vital para que puedan salir adelante y convertirse en personas independientes, responsables y funcionales? ¿Quieren los hombres acompañar a sus parejas durante el periodo previo al embarazo, todo el embarazo, el parto y los años posteriores, asumiendo la responsabilidad al 50%, del mismo modo que asumieron la diversión en la cama al 50%? ¿Quieren los hombres acompañar a sus parejas en los procesos de reproducción asistida, apoyarlas, consolarlas, cuidarlas y responsabilizarse de lo que supone que, en un buen número de casos, cuando se consigue el objetivo vienen mellizos o trillizos en camino?

¿Quieren los hombres limpiar pañales, dar biberones, limpiar la casa, ir al pediatra, faltar al trabajo, pasar noches en vela, hacer los deberes, cantar nanas, acompañar a las actividades extraescolares, tirarse al suelo a jugar, mecer los columpios, aprender el abecedario, los colores, los verbos, las sumas? ¿Quieren escuchar las infinitas historias y anécdotas al salir del cole, los amores y desamores en la adolescencia, compartir experiencias, resolver dudas, cuidar las resacas, los fracturas de pierna, los corazones rotos? ¿Quieren ser el hombro en el que llorar, el consejero a la hora de elegir estudios o buscar trabajo, el acompañante en las primeras mudanzas? ¿Quieren ser los hombres faro y guía para sus vástagos o sólo les interesa plantar la semilla y desentenderse? Cada día estoy más convencida de que es la segunda opción la que realmente les mueve.

Sin que esto esté reflejado en ningún estudio ni estadística que lo respalde, me atrevo a afirmar que los hombres desean procrear por el mero hecho de legar su apellido, propagar su ADN y, sobre todo, moldear a una personita desde que llega al mundo, crear un mini-yo a su imagen y semejanza para, posteriormente, presumir de lo bien que lo han hecho y de cuánto se parece a ellos su criatura. Y quieren hacer todo esto por el camino rápido, atravesando cuantos atajos encuentren, quedándose con la parte cómoda y limpia de la paternidad, ésa en la que ellos ejercen de «poli bueno» mientras que mamá es el «poli malo». Sería un plan sin fisuras si no fuese porque todas y cada una de las personas necesitamos referentes, aprendemos por imitación, nos apegamos a quienes nos sostienen a todos los niveles: quienes nos alimentan, nos abrazan, juegan con nosotras, nos curan las heridas, nos respaldan a lo largo de todas las etapas de nuestra infancia y adolescencia, como mínimo. Esas personas no tienen porqué ser los padres y en muchas ocasiones no lo son.

Abandonar estando presente

Que un señor™ abandone a sus hijos no quiere decir necesariamente que un buen día «baje a por tabaco» y desaparezca para siempre. Esa casi podría ser la mejor de las opciones posibles una vez han decidido desentenderse de su prole. Hay muchas formas de abandono estando presente, viviendo bajo el mismo techo; compartir sangre o apellido no es garantía de nada. Estar sentado a la misma mesa a la hora de cenar, tampoco. Se puede (de hecho, ocurre) estar completamente ausente compartiendo vida, los hombres son especialistas en ello, lo hacen en las relaciones familiares, las de pareja, las de amistad. Se escudan en que «no saben», en que la afectividad es cosa nuestra, como si el cromosoma ‘Y’ estuviese cargado de una completa ausencia de empatía e interés por los demás.

Las consultas médicas y las aulas están llenas de profesionales mujeres quejándose a diario de que cuando tratan con los padres reciben una de estas respuestas: «eso lo lleva mi mujer», «no sé, ¿tengo que saberlo?», «llama a mi mujer y le preguntas», «se ocupa ella», «no sabía que necesitaba saber [inserta aquí cualquier dato]». Y ahí cabe todo: la fecha de nacimiento, la altura, el peso, la talla, el curso en el que está, las asignaturas que cursa, las actividades extraescolares que realiza, los nombres de sus amistades, su color favorito, el nombre de su mascota, el plato que aborrece comer y otras más relevantes como sus alergias, su historial clínico o, incluso, por qué está hoy en urgencias.

Ahora que acaban de pasar las fiestas navideñas, dime una cosa: ¿a cuántos padres has visto poner cara de sorpresa a la hora de abrir los regalos porque, efectivamente, no tenían ni idea de lo que su mujer había comprado a las hijas de ambos? ¿Cuántos no sabían si su descendencia tenía deberes durante estas vacaciones, cuándo se reanudaban las actividades extraescolares o qué calificaciones han traído a casa el finalizar el trimestre pasado? ¿A cuántos has visto jugar con sus criaturas aprovechando los regalos recién recibidos, salir al parque cada día a socializar y tomar el aire, sentarse a escuchar todas las historias que salían de la boca de sus peques? Menciono la navidad porque la tenemos muy reciente, pero esto es aplicable a todos los días del año. Es más palpable durante los fines de semana, puentes y vacaciones, pero es un hecho que a ellos se les aplaude cuando realizan cualquier tarea (la que sea) realcionada con la paternidad y a nosotras se nos reprocha faltar una sola vez a nuestros «deberes» maternales. Ni siquiera voy a decir «oh, qué curioso» porque no me parece curioso. Es insultante. Esto es el resultado de haber normalizado tanto los mensajes del patriarcado que me dan ganas de vomitar. Si estuviste presente cuando decidiste traer nuevas vidas al mundo, Manolo, quédate presente en adelante. Y si no, haberlo pensado dos veces.

Por qué deciden los hombres ser padres

Según los datos más recientes del INE (año 2018), un 84% de los hombres encuestados con edades entre 18 y 55 años desean ser padres, frente a un 87’7% de las mujeres. Esta es la primera vez (y única, por el momento) que se sondea a los hombres.

Sin embargo, los datos referentes a los hogares monoparentales (año 2020) reflejan que en España hay 1.944.800 hogares formados por este tipo de familias, de los cuales sólo 362.700 están conformados por hombres y su descendencia. Insisto: sólo el 18’6% de las familias monoparentales de este país están, efectivamente, compuestas por señores. ¿De verdad tenemos que seguir utilizando el término «monoparental»?

Lo vengo diciendo desde la primera línea: los hombres no quieren ser padres. Aún así, lo son. ¿Por qué? Aquí entran factores de todo tipo, especialmente los sociales: la presión a la que muchas nos vemos sometidas por intentar encajar en la rueda del capitalismo que todo lo mueve hace que proliferen los casos de paternidad «porque tocaba». Primero vienen los estudios, luego el coche seguido de la hipoteca, las vacaciones pagadas, la boda por todo lo alto y, finalmente, la descendencia. Porque es lo que se espera y porque existe esa presión que nos empuja a no salirnos del guión e ir tachando metas de la lista a medida que las alcanzamos. Y en esa carrera sin sentido arrastramos a nuestras parejas, que se dejan llevar también «porque toca». No nos engañamos, a ellos no les presionan con el «¿cuándo vas a tener hijos?» con la intensidad e insolencia con que nos machacan a nosotras. Somos nosotras mismas quienes les presionamos, extrapolando esa invasión a nuestra intimidad hacia ellos.

También están quienes deciden «pasar al siguiente nivel» y lanzarse a la aventura de la paternidad con la convicción de que un nuevo miembro en la familia solucionará los problemas de pareja que vienen arrastrando. Ya se sabe que lo de sentarse a hablar de sentimientos no es cosa de hombres, lo suyo es más esconder la mierda debajo de la alfombra y poner encima otra alfombra que la tape. Pero un bebé no es un parche, no es la solución de nada. Crear una nueva vida genera más estrés y tensión de los que ya había en esa casa así que, ¿por qué? ¿Por qué decides procrear, José Manuel? ¿En qué momento te pareció una idea lúcida hacerlo? Te lo diré yo: como, de todos modos, no pensabas ocuparte de la criatura y tenías clarísimo que la crianza y la educación se las ibas a encomendar a la mujer que te acompaña, tu plan era infalible. Era infalible en tu cabeza de chorlito, eso sí. Tendrías un bebé que sería perfecto porque tú no ibas a encargarte de biberones, pañales ni pediatras y eso haría que te unieras más a tu pareja. Meeeec. Error. No contaste con que ella estaría echa polvo tras el parto, ni contaste con la recuperación, la cuarentena, las noches sin dormir, la continua demanda por parte de esa nueva boca que alimentar y que, oh sorpresa (no), las tareas de la casa siguen ahí y no se hacen solas. ¿Se te había ocurrido eso, pedazo de merluzo? ¿O ha sido sólo cuando te ha estallado en la cara que te has dado cuenta de que el peso de tu hogar lo ha llevado siempre ella y ahora la has sobrecargado con el peso de tu vástago?

¿Hasta cuándo van a seguir los hombres «bajando a por tabaco» y que no lo consideremos violencia machista? ¿Hasta cuándo van a seguir cogiendo bajas de paternidad para preparar competiciones tipo «iron man» en lugar de responsabilizarse de su familia? ¿Hasta cuándo van las instituciones a mirar para otro lado y no castigar estos abandonos? Y no me vengan los señoros con el pago de pensiones y la custodia compartida en fines de semana alternos, que tras las últimas sentencias dictadas por las audiencias y los tribunales no tengo el coño para debates.

11 comentarios

    1. ¿Quieren los hombres ser padres, Gabriel? Efectivamente, no queréis. Si tú ves la paternidad como una forma de esclavitud, la humanidad entera agradecerá que no procrees. Haznos un favor a todas y hazte la vasectomía.

    2. Venga, Gabriel. Desarrolla tu mensaje un poquito más, que casi no se te nota el odio misógino enfermizo que rezumas por cada poro de tu piel.
      Saludos.

  1. Yo añadiría también que muchos piden las custodias compartidas precisamente para no tener que pagar pensión ninguna, pero luego encalomar las criaturas a la nueva pareja, madre/abuela, etc.
    El que ha comentado aquí el primero tiene toda la pinta de ser de estos.

    1. Gran apunte, Akasha, se nos había pasado por alto esto de » piden las custodias compartidas precisamente para no tener que pagar pensión ninguna» porque es tal cual la realidad.

      Muchas gracias por leernos y por comentar.

  2. Viendo algunos casos, yo que ya tengo una edad, me pregunto si el motivo de que las mujeres quieran tener hijos es porque es mejor estar en casa cuidando un hijo que tu misma has querido tener por iniciativa propia que tener que ir a trabajar mas de 8 horas en un asco de trabajo. Eso la gente de mi edad. Pero las madres de ahora tampoco quieren nunca ceder su baja de maternidad a su pareja y ellas quieren la reducción de jornada para ellas. Y en los divorcios sigue siendo igual, las madres siempre quieren la custodia mientras el marido a pagar.
    Pero ahora llegó un capitalismo que nos convenció que necesitar 2 sueldos para poder llegar a fin de mes era lo normal, por lo que os toca trabajar, (os fastidiais).
    Por otra parte me alegro que lo de educar a los hijos a base de golpes y palizas como lo hacían las abuelas ya no lo podáis hacer porque alguien cambió las leyes, (os fastidiais).

    1. Ay, Carlos, Carlos, nos has pillado. Efectivamente, nos parece mucho más interesante estar 24/7 cuidando de nuestra prole que trabajando porque todo el mundo sabe que quedarte en casa con un bebé que TE NECESITA constantemente y te impide dormir, comer sentada, ducharte a gusto e incluso mear sin perderle de vista es cien millones de veces mejor que salir a ganarnos el pan y tener nuestra independencia económica. El embarazo es inocuo, el parto es un cuento de hadas y el postparto es como en la presa rosa: no existe, parimos y a las 24h estamos como una rosa. Para qué vamos a querer salir de casa, socializar, sentirnos productivas, ganar dinero y abandonar nuestras jaulas de oro si, como bien has destapado, lo que nos pirra en realidad es permanecer en pijama criando, alimentando y educando a vuestros vástagos, a la vez que seguimos manteniendo los hogares impolutos, las neveras llenas, la economía familiar a flote y, no lo olvidemos, nuestros cuerpos cual modelos de revista. Claro que sí, Carlos, eso es exactamente lo que queremos y si no fuera por tipos tan inteligentes como tú que nos descubren, sería un plan infalible.

      El apunte de que nos quedamos embarazadas porque lo deseamos merece mención aparte. Para nada el modelo capitalista y la sociedad de mierda en que vivimos nos impone la maternidad. No. Para nada. Inventos de las feminazis locas que vemos cosas donde no las hay. Todas deseamos ser madres y por eso vamos a la caza de santos varones incautos que perpetúen la especie. Tipo listo que escapas de nuestras garras. Aléjate de nosotras si no quieres que succionemos tu alma y tu cuenta bancaria escudadas en tu descendencia.

      Dejando el sarcasmo aparte, Carlos querido, pregúntate por qué las mujeres no deseamos la custodia compartida. Pregúntate por qué no deseamos ser madres en absoluto. Por qué, si lo somos, no deseamos ceder la baja por maternidad (más allá del «temita» de tener que recuperarnos del parto y los estragos que causa en nuestro cuerpo, eso suponiendo que el padre sea corresponsable y no se dedique a preparar competiciones deportivas, suponiendo que se haga cargo de la vida que ha creado y de cuidar de la madre recién parida).

      El capitalismo nos ha convencido de muchas cosas, en eso te doy la razón. De que necesitamos dos sueldos no nos ha tenido que convencer: si no cobrásemos salarios de miseria no harían falta dos sueldos. Si no cobrásemos salarios infames, las mujeres ni siquiera nos arrimaríamos a vosotros, seríamos independientes, viviríamos solas, seríamos libres y os mandaríamos a la mierda con una M bien grande. Pero ese es otro tema. Nos toca trabajar, lo aceptamos, lo asumimos y lo abrazamos: trabajar, insisto, nos proporciona una libertad económica que de otro modo no tendríamos. Ojalá el trabajo dentro de casa cotizase y fuera remunerado. Ojalá. Como no es el caso, bienvenido sea el trabajo fuera del hogar. Ojalá todas nosotras trabajando SOLAMENTE fuera de casa. Y ya que trabajamos fuera de casa y entran dos salarios, qué tal lo de trabajar también los dos dentro de casa, educar y cuidar los dos a las hijas comunes, llevar la carga mental a medias. Qué tal ves eso, Carlos. ¿Te suena a chino, acaso?

      Por último, con respecto a tu comentario sobre las abuelas: vete a la puterísima mierda. Violines te lo ha dejado bien clarito en su respuesta, no necesito extenderme porque comparto hasta la última coma de lo que ha dicho. Haznos un favor y cierra al salir, que se escapa el gato.

    2. Si considerarais que cuidar a bebe es un total infierno igual deberíais ceder la baja de maternidad a vuestras parejas como dije, quizás os sorprende la cantidad de hombres que quieren trabajar en ese infierno.
      Tampoco exageres diciendo que cuidar un bebé es lo peor y necesitas contacto visual directo 24h, cuando se despiertan llorando a medianoche también despiertan a padre, no debe ser muy bueno tener que ir a trabajar habiendo dormido solo 5 horas y mas si es un trabajo con riesgo laboral de esos que vosotras no queréis hacer. Y los hijos dan trabajo cuando son pequeños, cuando son mayores no tanto y ayudan con las tareas domesticas. Pobres divorciadas que están cuidando de sus hijos adolescentes mientras su marido les da la pensión.
      También me llama poderosamente la atención y esto lo digo en general no solo por este artículo, que consideréis cosas como estar un rato hablando con vuestro hijo de sus anécdotas, historias, etc. como un arduo trabajo. Cosas como esas u otras que decís me hace plantearme el porqué tenéis hijos todavía mas, si solo veis un hijo como un trabajo o un castigo divino igual deberíais no haberlos tenido. Os recuerdo que lo habéis tenido por voluntad propia y como tu misma has reconocido es mas propia de vosotras la iniciativa de tener hijos. No le pongas toda la culpa al capitalismo, que en cierto modo es normal que la sociedad incite a tener hijos, que eso perjudica mas a los hombres.

      Con respecto a lo de las abuelas, por muchas justificaciones tontas que el Violín haya dicho, las abuelas educaban a sus hijos a base de golpes porque ellas lo decidieron así. Es mas fácil educar con golpes sobretodo si hay un sistema que enseña a los hijos que a una madre hay que quererla siempre haga lo que haga, que si le dio una paliza a su hijo seguro que hay un motivo. Por suerte eso cambió.
      Me llama poderosamente la atención que el Violín diga que yo usé un «y vosotras mas y peor» cuando el ha hecho lo mismo. Cuando saqué el tema de las abuelas el dijo «y abuelos mas y peor» porque un estudio hecho por sus huevos morenos lo dice. Claro que habían abuelos que pegaban, pero como tu has dicho quien educaba y estaba mas tiempo con sus hijos eran las abuelas. Y antiguamente veían a sus hijos como un futuro sustento económico o para hacerlos trabajar de bien pequeños.

  3. Me llama poderosamente la atención, Carlos, que, en lugar de tratar de contraargumentar o tan siquiera desmentir cualquiera de las afirmaciones que realiza la autora en el artículo, tú te limites a comentar que «y vosotras MÁS y PEOR». O, para ser más exactos, lo que me llama realmente la atención de tu comentario es que no te esfuerzas lo más mínimo por disimular tu odio visceral contra las mujeres y tu voluntad de revanchismo (esos «os fastidiais») ante lo que no me cabe duda que consideras como un ataque y que, cualquier persona medio normal, consideraría una conquista social y un avance necesario.

    Pero lo que no estoy dispuesto a consentir en este blog de ninguna de las maneras, es que hagas pasar a las abuelas por las malas del cuento del maltrato familiar. Especialmente cuando el estudio de los testimonios nos demuestra (una y mil veces) que los violentos fueron, mayoritariamente, los abuelOs. Es evidente que, en tiempos pasados, algunas mujeres educaron «a base de golpes y palizas» porque es lo que aprendieron que era normal (sufriéndolo cuando fueron niñas) e incluso deseable (según la educación patriarcal, ultracatólica y franquista que recibieron); pero mayoritariamente su rol fue justo el opuesto: el de tratar de mediar en los conflictos, intentar aplacar la ira del machito de tuno o, demasiado a menudo cuando nada de ello era posible, directamente interponerse bloqueando con su cuerpo los golpes que iban destinados a su prole para protegerlos a toda costa.

    Con que, dime, Carlos… ¿Va todo bien en casa? ¿Necesitas un abrazo? ¿Aún a tu edad no pudiste pagarte un psicólogo con el que arreglar tus traumitas y tus mierdas personales? ¿O acaso eres de esos que piensa que no lo necesita? Cuéntanos más para que podamos ayudarte, Carlos. Un saludo.

  4. Ya contesté a la otra. A ti, lo que tu dices del odio va en sintonia con este artículo. Sobre las abuelas copiaré el último párrafo.

    Con respecto a lo de las abuelas, por muchas justificaciones tontas que el Violín haya dicho, las abuelas educaban a sus hijos a base de golpes por que ellas lo decidieron así. Es mas fácil educar con golpes sobretodo si hay un sistema que enseña a los hijos que a una madre hay que quererla siempre haga lo que haga, que si le dio una paliza a su hijo seguro que hay un motivo. Por suerte eso cambió.
    Me llama poderosamente la atención que el Violín diga que yo usé un «y vosotras mas y peor» cuando el ha hecho lo mismo. Cuando saqué el tema de las abuelas el dijo «y abuelos mas y peor» porque un estudio hecho por sus huevos morenos lo dice. Claro que habían abuelos que pegaban, pero como tu has dicho quien educaba y estaba mas tiempo con sus hijos eran las abuelas. Y antiguamente veían a sus hijos como un futuro sustento económico o para hacerlos trabajar de bien pequeños.

    1. Como quieres pedir tu la baja si no eres quien acaba de parir y tampoco puedes amamantar? ADEMAS de ese pequeño gran detalle igual me gustaria dejar a un hombre dos meses cuidando EL SOLO a un recien nacido como suelen hacer todas las madres. Que hablar en facil pero hacer ya es distinto.
      Y por el asunto de las divorciadas disfrutando el privilegio de la pension , te doy un dato, en Argentina hace poco hicieron un estudio y reveló que 7 de cada 10 hombres no pagan pension alimenticia a sus propios hijos

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