libros antiguos

Safo: la primera poeta

Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Pedro Calderón de la Barca, Gustavo Adolfo Bécquer, Luis de Góngora, Benito Pérez Galdós… ¿Sigo? La lista de autores hombres que he leído en la escuela y fuera de ella es tan larga que ni la recuerdo. Señores, señores, señores. Lo mismo pasaba en las clases de filosofía (Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes, Rousseau, Kant) y en cualquier otra asignatura. Nombres de hombres constantemente. La historia, la ciencia, el arte, todo contado por hombres desde su privilegiada posición. Es que vuelvo la vista atrás y sólo pienso en la pereza que me daría ahora mismo ponerme a leer todos esos libros otra vez. Desconozco cómo está enfocado el sistema educativo español ahora mismo, la verdad, pero me gustaría creer que los nombres de las mujeres han ido entrando en el programa y que las siguientes generaciones empiezan a saber quiénes fueron Rosalía de Castro o Emilia Pardo Bazán, por citar sólo un par de autoras. Personalmente, hace ya un par de años tomé la decisión de leer sólo a mujeres y estoy descubriendo que su manera de narrar, su manera de transmitir, de enfocar los temas, de describir los lugares y a los personajes dista mucho de la mirada masculina y que, además, me enamora cómo lo hacen. Las artistas mujeres (escritoras, músicas, pintoras, escultoras) tienen un enfoque del mundo con el que me identifico mucho más que cuando los creadores son hombres. Igual ya iba siendo hora de contar con las dos miradas y poder elegir cuál prefiero.

Y ha sido gracias a esta determinación de disfrutar de las creaciones de las mujeres como he llegado a conocer a Safo, de quien no había escuchado hablar nunca antes. Cómo es posible que a quien es considerada la primera poeta de la historia no se la mencione ni una sola vez en los libros de texto y que lo único que nos haya llegado de ella, lejanamente, sea la vinculación de su nombre con las relaciones sexuales entre mujeres. Desde mi humilde punto de vista, me parece un error lamentable. Aprovecho este altavoz del que dispongo para contarte lo que he descubierto sobre esta mujer.

Breve biografía de Safo

Safo de Mitilene, también conocida como Safo de Lesbos, nació en el siglo VII a.C. en la aldea de Mitilene (Lesbos) y pasó prácticamente toda su vida en dicha isla griega. Vivió unos 70 años, fue muy longeva para la época. Se dice que perteneció a una familia aristocrática y que era lesbiana. Tuvo que exiliarse brevemente a Sicilia (Italia) tras formar parte de una conspiración para matar al amo de la isla griega, Pitaco, pero regresó a casa al cabo de 6 años. Sabemos que escribió 9 libros, unos 12.000 versos en total, pero sólo se conservan 100 de ellos, pues el papa Gregorio VIII mandó quemar su obra en Alejandría en 1703 – el señor consideraba que el legado de esta poeta era impura e inmoral. ¿Y esto por qué era así? Sencillamente, porque Safo disfrutaba escribiendo sobre amor y sexo, sobre el deseo que le provocaban hombres y mujeres, sobre relaciones, sexualidad, pasión. ¡Cómo se atrevía! Se atrevía porque en Grecia tanto la homosexualidad como la bisexualidad no sorprendían a nadie y no fue hasta siglos después que el infame Gregorio catalogó la creación de esta artista como algo que no podía trascender.

Y sin embargó, trascendió, aunque de los 100 versos que aún hoy perduran, sólo uno está completo: «Himno en honor a Afrodita». Los poemas de esta mujer han llegado hasta nuestros días porque inventó la métrica de cuatro versos conocida como estrofa sáfica, entre otras cosas. Artista multidisciplinar componía también la música que acompañaba sus propios poemas cuando los recitaba. Fundó una academia en Mitilene, la «Casa de las servidoras de las musas», donde enseñaba literatura, canto y danza a mujeres jóvenes con las que también convivía. De ahí a convertirla en mito sexual lésbico sólo hay un paso: el que dan los hombres que reinventan la historia de Safo sin documentación que la contraste. Hasta donde se sabe, en dicha academia se formaba a las mujeres para ser buenas esposas de sus maridos. Es posible que la poeta estuviera enamorada de algunas de sus discípulas (en sus poemas habla mucho de una de ellas, a quien dedica «El adiós a Atthis»), pero eso no implica que su escuela fuera una orgía perpetua. Es más, una de sus parejas fue un hombre, un compañero de profesión. Quizá sea la suma de todos estos hechos la que la ha convertido en símbolo del amor libre y del amor entre mujeres.

Curiosidades

Safo fue exitosa en su época e inspiró las obras de otros artistas, como Teócrito o Catulo. A Homero le llamaban «el poeta» y a Safo, «la poeta», quedando claro que ambos eran referentes en el mundo cultural griego. Fue una de las pocas mujeres de aquel entonces en ser retratada en cerámica. Su cara estaba impresa en las monedas.

Inventó la poesía lírica amorosa en contraposición a la poesía épica, que habla de la guerra, y toda su obra es un culto a Afrodita, al erotismo. También escribió cantos nupciales: adaptaciones de canciones populares para que las cantasen los amigos del novio y de la novia en la boda.

Es considerada un icono del lesbianismo, a pesar de que hay tan pocas certezas al respecto que no ha podido confirmarse nunca su orientación sexual. Todo lo que sabemos sobre su vida personal son conjeturas extraídas de sus poesías, en realidad.

Se conservan cientos de fragmentos de poemas transcritos en papiros antiguos y se cree que escribió para mujeres y niñas pertenecientes al culto de Afrodita, la diosa de la belleza, la sensualidad y el amor.

Platón la denominó «la décima musa» y el poeta Ovidio la convirtió en un personaje de sus textos que terminaba suicidándose por amor, lo cual dio lugar a la confusión de creer que Safo, la auténtica, la de carne y hueso, había terminado sus días arrojándose al mar con el corazón roto. Nada más lejos de la realidad. Como ves, los señores del mundo tienen que ir emborronando las creaciones de las mujeres para demostrarse superiores a ellas. Ja.

Si quieres conocerla mejor, todavía puedes ver la propuesta teatral que ha rescatado su nombre: están de gira por España y llegarán próximamente a Castellón de la Plana, Bilbao, San Cugat, Santiago de Compostela, Sevilla y Murcia. Te la recomiendo.

Como anécdota, acabo de descubrir que la biblioteca del IES Espiñeira (Boiro, A Coruña) se llama Safo. Qué maravillosa sorpresa.

Sólo puedo añadir que espero y deseo que las obras de las mujeres sean conocidas y reconocidas, compartidas, publicadas, enseñadas, transmitidas. Que dejemos de ser ese «Anónimo» que todo lo firma, esa musa que se tira al mar por mal de amores, esa leyenda de la que apenas se conoce nada porque un hombre decidió borrarnos. La esposa de, la hija de, la amante de. No queremos ser la mujer de nadie. Queremos ser la mujer.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *